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Gustavo De la Rosa

08/06/2024 - 12:04 am

Y… ahora la autocrítica

“También espero que Claudia rápidamente les haga saber que ella es quien gobierna, a quien elegimos, en quien confiamos y que no debería haber ninguna dificultad en comprender que el líder máximo de Morena es la Presidenta de la República”.

“Otro importante tema que debe abordarse en un proceso de autocrítica es la corrupción, tanto a nivel intermedio como en el día a día”. Foto: Andrea Murcia, Cuartoscuro

Hace días les contaba que conocí a Carlos Madrazo a principios de 1968 y me impresionó la energía con la que hablaba, la información y la convicción que transmitía en su discurso.

Algo que me impactó durante su charla con nosotros, el grupo de chihuahuenses que habíamos asistido a la marcha de la lealtad por la libertad de los presos políticos de Michoacán, fue su diagnóstico temprano sobre la fractura del PRI.

Nos dijo, en palabras más o menos, que varios secretarios de Estado habían tenido conversaciones con él mientras estaban sentados en ese mismo lugar, al menos cuatros de ellos, y que no se comunicaban entre sí. Estaban involucrados en una lucha abierta por suceder al presidente Díaz Ordaz en 1970 y habían recurrido a él en busca de opiniones o contactos para avanzar en su lucha interna. No tenían la menor intención de fortalecer los principios de la Revolución Mexicana, mejorar las condiciones de los mexicanos o desempeñar mejor su trabajo para que el presidente pudiera cumplir con su responsabilidad ante el país.

No existía un concepto de unidad en torno a objetivos históricos comprometidos con la patria; solo buscaban su propio beneficio personal y ascender para el próximo sexenio, a pesar de ser lo suficientemente ricos como para retirarse. Eran capaces de eliminar a cualquiera que se interpusiera en su camino. Añadió “Yo les digo que si no establecen procesos democráticos y respetables en sus resultados dentro del partido, el PRI se va a descomponer y caer a pedazos.”

En la juventud que me acompañaba, me pareció dudosa la afirmación. Consideré que intentaba darse más importancia de la que tenía, y que no podía haber una división tan marcada en un gobierno republicano.  Un año y medio después, el avión que viajaba de México a Monterrey se estrelló en Pico de Fraile y Madrazo era uno de los pasajeros. Hubo una gran incertidumbre, todavía no aclarada, sobre el origen de la caída, y una de las hipótesis fue y sigue siendo que lo sabotearon para matar a Madrazo.

Para junio de 1969, ya había sucedido todo, todo,  incluso Tlatelolco y los Juegos Olímpicos. Comprendí que los políticos priistas en el poder eran capaces de matar a inocentes si se interponían en su camino hacia el poder.

Este recuerdo vino a mi mente al reflexionar sobre el futuro del gobierno de Claudia. No dudo que será un buen gobierno, que enfrentará y resolverá en la medida de lo posible, en un sexenio, los grandes problemas que han sobrevivido a la tragedia histórica de los 36 años de cleptocracia.  En estos 10 años que he caminado junto al Partido Morena, he encontrado conductas y prácticas dignas de admiración, heroicas en el día a día. Cientos de brigadistas salieron a las calles de Ciudad Juárez, recorriendo casa por casa, resistiendo el cambiante clima de esta ciudad que oscila entre los menos seis y los 43 grados centígrados. Decenas de cuadros medios se las arreglaron con las uñas para apoyar a aquellos que trabajaban en la calle, y el incentivo no era el pago, ya que fácilmente podrían ganar más trabajando en una maquiladora. El incentivo fue la victoria de AMLO en el 2018 y de Claudia seis años después, la convicción de que la Cuarta Transformación debe continuar, y el coraje para impedir que la gente de Maru Campos se adueñe de nuestro entorno civil,  salvar a México de las vergüenzas que significaría tener a Xóchitl como presidenta. Y volver al pasado.

Todos ellos son amigos y solidarios entre sí, apoyándose mutuamente con materiales, banderas, agua, cubriendo los espacios de los compañeros que tenían algún problema en ese día, creando un ambiente de relaciones optimistas. Entiendo que la actividad política de calle y domiciliaria fue similar en todo el país. Claro los egoísmos no faltaron, pero fue lo menos. Ese ejército de activistas es el gran apoyo en el cual se puede basar el gobierno de la próxima presidenta.

Sin embargo, no todo es así  en las alturas del gobierno transformador. El ánimo y las prácticas no son tan fraternales ni tan solidarias, y esos desencuentros suelen causar mucho daño en los procesos democráticos de gobernar, especialmente cuando hay una buena dosis de utopía en el futuro que buscamos. Muchos de ellos son terriblemente pragmáticos y ambiciosos, no al nivel de las bajezas que se daban entre los políticos priistas, pero en sus luchas personales generan obstáculos y pérdidas importantes de tiempo en las grandes tareas que debe emprender y continuar la próxima líder del ejecutivo nacional.  No podemos olvidar el terrible enfrentamiento que tuvieron por la presidencia nacional de Morena, todos los que participaron en aquello que en momentos parecía una lucha campal, pero de verdad. En este punto que se presentará muy pronto, debemos hacer una autocrítica sobre lo difícil que fue decidir de manera unitaria la dirección nacional del partido. Se ha sostenido repetidamente que Andrés Manuel debió intervenir y provocar un acuerdo entre los beligerantes.

Finalmente, el responsable de que el gobierno rindiera cuentas era el propio AMLO, y para mi sorpresa, me da la impresión de que les dio demasiada cuerda, demasiado espacio para que combatieran entre sí. Espero que los aspirantes a suceder a Mario Delgado sean más razonables y tengan una mayor estatura política para no debilitar al núcleo de este gran movimiento que los rodea.

También espero que Claudia rápidamente les haga saber que ella es quien gobierna, a quien elegimos, en quien confiamos y que no debería haber ninguna dificultad en comprender que el líder máximo de Morena es la Presidenta de la República. Así sucede en las democracias parlamentarias: quien tiene el poder es el dirigente de los partidos que, agrupados, le dan gobernabilidad al país. Tener el poder significa gobernar, pero al mismo tiempo ser líder del partido político. Desde mi punto de vista, una de las cuestiones que deben someterse a autocrítica y resolverse con prontitud es el apoyo mayoritario de los altos niveles y de las bases tanto de Morena como del gran movimiento ciudadano que los rodea y respalda. Al liderazgo interno indiscutible de ella.

Otro importante tema que debe abordarse en un proceso de autocrítica es la corrupción, tanto a nivel intermedio como en el día a día. Todos los miembros de Morena y los funcionarios públicos del gobierno federal deben comprometerse con la honestidad como premisa de su trabajo. Es necesario que todos aquellos que ejercen funciones públicas se convenzan de que llevar una vida sencilla, sin lujos ni excesos, es un compromiso con lo que han prometido. La autocrítica de la Cuarta Transformación debe ser profunda y disolver completamente todos los nodos de corrupción en el sistema de gobierno, para lograr la transformación hacia un país donde la confianza en el funcionario sea la norma y la deshonestidad la excepción.

Esta es una gran responsabilidad para la mujer que ha ganado las elecciones y que va a gobernar con la gran esperanza de los mexicanos, alimentada por los avances significativos en la construcción de un nuevo país bajo la dirección de Andrés Manuel.

Gustavo De la Rosa
Es director del Despacho Obrero y Derechos Humanos desde 1974 y profesor investigador en educacion, de la UACJ en Ciudad Juárez.

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